Las muertes de Patrick Ekeng y de Bernardo Ribeiro se suman a la de varios jugadores que fallecieron de manera súbita.
El mundo del fútbol está de luto. En los últimos tres días fallecieron dos futbolistas por fallos cardiácos. El viernes el camerunés Partick Ekeng se desplomó tras siete minutos en el campo en un partido en la liga rumana y el sábado el brasileño Bernardo Ribeiro murió después de sentirse mal durante un partido.
Estos casos hacen recordar a muchos otros. Uno de los que más se recuerda en Colombia es el del camerunés Marc-Vivien Foe, quien falleció en 2003 durante un partido de la Copa Confederaciones contra la selección tricolor. Pero a este se le suman otros como los del español Antonio Puerta, jugador del Sevilla (2007), el húngaro Miklós Fehér (2004), el italiano Piermario Morosini (2012), el belga Gregory Mertens (2015) o la del chipriota Michalis Michael (2002), entre otros.
Algunos de esos futbolistas padecieron el Síndrome de Muerte Súbita, un término general para una serie de condiciones que provocan paro cardiaco en personas jóvenes. Las características que llevan a estos casos son mucho más fatales cuando se combina con ejercicio físico intenso. “Difundir es prevenir”, son las recomendaciones del Dr. Norberto Debbag, pionero en la formación sobre reanimación cardiopulmonar (RCP) y prevención de muerte súbita en planteles del fútbol argentino.
Desde el año 2005, el médico realiza de manera anual estos cursos con el primer equipo del Club Atlético Atlanta, única entidad del mundo en la que todos los futbolistas profesionales reciben información sobre cómo actuar ante una situación límite dentro del campo de juego. Tan exitosa ha sido la experiencia, que entidades como Quilmes y Lanús decidieron convocar al profesional para replicar las clases con sus jugadores. El objetivo de estos cursos es que los propios protagonistas del juego puedan contar con conocimientos básicos y, a la vez cruciales, para proceder rápidamente si un colega sufre un episodio cardíaco en la cancha.
“La muerte súbita en el deporte es un hecho inesperado, que se da de forma brusca, en un sujeto supuestamente sano. Esto se produce por una falla a nivel cardíaco en el 90% de los casos. Esto ocurre sin que haya un traumatismo previo”, explicó el Dr. Debbag en el marco de un curso de RCP abierto a la comunidad realizado en la sede de la entidad de Villa Crespo.
Por su parte, la doctora Hilary Jones, experta del tema en Inglaterra, afirmó en diálogo con la CNN que “La práctica deportiva vigorosa puede desenmascarar una afección subyacente no diagnosticada”, la británica además precisa que “cuando vemos a alguien que tiene una hemorragia subaracnoidea, una apoplejía repentina en el terreno de juego, quedamos sorprendidos. Si alguien tiene un paro cardiaco, quedamos muy sorprendidos. Estos eventos no son comunes, especialmente entre los atletas, pero no son raros tampoco”.
Jones dijo a la cadena televisiva que, en el Reino Unido, 12 jóvenes menores de 35 años de edad mueren cada semana por condiciones cardiacas no diagnosticadas; pero sólo uno de cada 45.000 deportistas sufrirán una muerte semejante.
¿Se puede prevenir?
“La muerte súbita se puede prevenir, pero no se puede evitar”, afirmó el médico Norberto Debbag, y precisó que, desde el año 2004, la FIFA exige tres puntos para dar el apto médico a un jugador profesional: un examen médico precompetitivo consistente en un interrogatorio en el que se pregunta por síntomas y antecedentes familiares, una revisación médica cardiológica y un electrocardiograma. Si este último da anormal o registra alguna alteración, las entidades pueden optar por hacer ecocardiogramas, ergometrías o estudios de cámara gamma para profundizar el diagnóstico.
La Liga Premier, por ejemplo, dice que todos los jugadores a partir de los 16 o 18 años de sus clubes miembros “deben pasar por un reconocimiento/examen cardiológico” y luego tener seguimientos “tan pronto en sus carreras como sea posible, y de nuevo si las pruebas médicas anuales muestran resultados que merezcan un examen más detenido”, dijo a la CNN el cardiólogo Chandan Devireddy, que trabaja en el Hospital de la Universidad de Emory.
Lamentablemente se han registrado varios casos de muerte súbita en los últimos años, pero también hay casos alentadores que demostraron cómo el desfibrilador externo automático (DEA) se ha vuelto un elemento clave para hacer frente a situaciones críticas. En 2010, el jugador del Salamanca Miguel García sufrió un infarto en pleno terreno de juego y pudo ser reanimado gracias al rápido accionar de los médicos. Lo mismo sucedió con el congoleño Fabrice Muamba del Bolton de Inglaterra, cuando tuvo un paro cardíaco durante un partido de su equipo en el 2012. Ambos futbolistas debieron dejar la actividad profesional, pero salvaron sus vidas.
“Dentro de los cuatro minutos de ocurrido el episodio, hay entre 75% y 80% de chances de salvar a la persona. Por cada minuto que se pierde, hay 10% menos de chances y la posibilidad de que quede daño cerebral. Es importante hacer RCP lo más rápido posible. Por eso es valioso que lo sepan jugadores y árbitros, que son los que están más cerca. También entrenadores, camilleros, etcétera”, finalizó Debbag.
Fuente: www.elespectador.com