Cuando un paciente sufre un infarto agudo de miocardio su compromiso a nivel de salud se incrementa respetando de forma más estricta el cumplimiento de los factores de riesgo cardiovascular, tal y como apunta Montserrat Arroyo Cabria.
“Porque sufrir un infarto de miocardio supone para el paciente una situación de estrés”, explica Óscar Prada Delgado, quien añade que esto sucede porque se produce un impacto en su vida que le hace romper con su comportamiento habitual y su forma de vida. Esa situación estresante puede condicionar unas alteraciones en el estado de ánimo del paciente que le pueden llevar a la tener episodios de ansiedad y de estrés, lo que influirá en su respuesta a la enfermedad.
Por su parte, María Luisa Moro apunta que, en líneas generales, tras un infarto de miocardio el paciente tiene miedo a sufrir otro episodio o a la muerte súbita. Por eso, se vuelven tristes, pesimistas y con sensación de angustia ante cualquier situación. Eso les limita llevar a cabo una vida similar a la que tenían y realizar las actividades cotidianas de su vida laboral, familiar o sexual. De esta manera, afrontar la enfermedad puede llevarlos a cuadros de ansiedad o depresión. En esta línea coincide Martín Lalinde Herreroz, quien destaca la gran preocupación con la que afrontan su nueva situación las personas que han sufrido un infarto agudo de miocardio.
Atención global
Así, para enfrentarse a la realidad después de sufrir el evento cardiovascular, el paciente necesita la ayuda de los profesionales sanitarios, tanto desde el punto de vista físico como psicológico.
Para evitar que aparezca la depresión, Óscar Prada Delgado apuesta por una modificación de las pautas de conductas, centrándose en la educación para la salud, la psicoterapia, el manejo del estrés y de la hostilidad. Porque entender y aceptar la enfermedad son los primeros pasos para conseguir una actitud mental positiva. Así, María Luisa Moro detalla que contar con el apoyo de la familia y de los amigos, sin una sobreprotección, es importante para la prevención y para la recuperación de la depresión postinfarto de miocardio. Realizar técnicas fisiológicas para relajarse, técnicas de autocontrol y de auto-refuerzo son claves para modificar la conducta y cambiar de actitud. En este sentido, la rehabilitación cardiaca también puede ayuda a mejorar la recuperación.
Como la depresión es frecuente en estos pacientes que tienen patología de base, Montserrat Arroyo comenta que pueden aparecer unos niveles de estrés y de angustia considerables, que pueden derivar en alteraciones somáticas. Así, Óscar Prada Delgado recuerda que hasta un 15 por ciento de los pacientes que han sufrido un infarto agudo de miocardio puede tener depresión, mientras que según apunta María Luisa Moro, en los primeros meses entre el 70 y el 80 por ciento presenta trastornos psicológicos, sobre todo ansiedad, y entre un 20 y 35 por ciento depresión.
Controlar recidivas
Y es que los cuadros depresivos se relacionan con una mayor incidencia de recidivas y una mayor dificultad para facilitar la reinserción laboral, un aumento de los problemas familiares y sociales y dificulta el cambio de hábitos de vida saludables.
Porque, como recuerda Óscar Prada Delgado, la depresión es un marcador de mal pronóstico en pacientes que han tenido un infarto agudo de miocardio. Por eso, el paciente necesita un abordaje completo de su patología, “donde se incluyan todos los niveles para que tenga una buena calidad de vida y se sienta sano”, concluye Montserrat Arroyo.
Fuente: www.elmedicointeractivo.com