¡Qué fea nos suena la palabra DIETA!… la tenemos asociada con perder peso, restricción, privación, escasez, pasar hambre, descartar ciertos alimentos… ¡vamos, un sacrificio!
Es como una forma de cuidarnos temporal, solo durante un tiempo, con la intención de perder unos kilitos o kilazos que nos sobran y a veces, por mejorar para algo concreto, tal vez para una boda, para ponernos el bañador, problema médico…
Etimológicamente la palabra «dieta» proviene del griego dayta, que significa ‘régimen de vida’. “Tu estilo de vida”.
Ahí está el problema, que vamos con esa mentalidad, de temporalidad, de esfuerzo, de sacrificio, privación, resultados rápidos, recetas milagrosas…y así, es difícil de sostener en el tiempo, por eso, cuando se termina una dieta, se vuelve a engordar, porque acudimos a los hábitos antiguos y todo lo prohibido, pasa a estar de nuevo en la mente, como disponible.
No ha habido una mentalidad de continuidad, de adherencia, de integrar esos hábitos como un estilo de vida.
No ha habido una conciencia y motivación de un cambio de verdad y para siempre.
Para alcanzar un resultado diferente debemos hacer las cosas de diferente manera, esto es de sentido común, “de cajón”, como dicen en Andalucía.
Entonces, si hacemos un cambio de alimentación durante un tiempo y después volvemos a los hábitos de siempre, no hay que ser muy inteligente para saber lo que va a suceder luego. Vuelven nuestros hábitos antiguos ¡BINGO!… y con ellos, nuestros kilitos y a veces hasta alguno más de propina por haber estado tanto tiempo pensando que estábamos privándonos y sacrificándonos.
Deberíamos de cambiar el concepto de dieta, tal como lo tenemos hoy día asociado (privación, escasez, pasar hambre…), por el de estilo de vida saludable, es decir una elección de vida saludable.
Se trata de aprender a comer de una forma sana y responsable, alimentos reales, los de toda la vida, (los que la mayoría, no llevan etiquetas, como frutas, verduras, hortalizas, semillas, legumbres, cereales integrales, proteína de calidad…).
Se trata de QUERER CAMBIAR nuestros hábitos y decidir hacerlo porque es algo bueno para nosotr@s, nuestros hij@s, para nuestra salud, peso, cuerpo, imagen, autoestima….para una buena calidad de vida.
De esta forma, los cambios y resultados que queremos permanecerán y no volveremos a encontrarnos como antes o peor (el temido efecto yo-yo).
Para esto, es necesario una TOMA DE CONCIENCIA y tener una MOTIVACIÓN y un DESEO de verdad, que venga de lo más profundo de nosotros, de querer un cambio para siempre, porque compensa tanto a la salud física, mental y emocional.
Y es más, es una elección que sabemos, que al principio, no resultará fácil, porque la sociedad, la publicidad, la industria alimentaria, la información contradictoria que existe actualmente… lo pone difícil…y aun así, saber que es la mejor decisión que se puede tomar, por muy ricos y palatables que sean ciertos alimentos, “más bien cosas comestibles ricas” y yo llamaría “falsos amigos del cuerpo y nuestra salud”.
Transforma tu comida en un estilo de vida sano, que puedas mantener en el tiempo y te permita tener tu peso saludable y sentirte bien por dentro y por fuera.
No empieces una dieta que terminará algún día, recuperas peso y vuelves a por otra dieta y otra… ¡eso no es vida! Mejor elige un cambio de hábitos y comienza con un nuevo estilo de vida que perdure para siempre.
Cuando buscamos resultados rápidos, los cambios no suelen ser duraderos, es difícil que sean perdurables a largo plazo, no da tiempo a que se metabolicen los nuevos hábitos, a que se adhieran, además esa motivación es muy pobre.
Plantéate un cambio, de verdad, si quieres tener un peso saludable, ponerte otro tipo de ropa, sentirte ágil, vital, con energía…en definitiva, sentirte bien por dentro y por fuera.
Muchas veces, para conseguir eso que queremos hay que dejar de hacer cosas…jajaja, ¿qué te creías? y por supuesto hacer otras nuevas, ¡es lo que hay!
Hay un coste, de tiempo, de cierto esfuerzo (hasta que adhieras los nuevos hábitos). ¿Qué suele pasar? que vemos el coste del cambio y la gran mayoría, no están dispuest@s a pagarlo, por eso volvemos a los antiguos hábitos.
Cómo me decía mi madre de pequeña “May, teta y sopa no caben en la boca”.
Hay que elegir y como adultos responsables, no hay decisiones ni buenas ni malas, solo resultados y sus consecuencias. Si tus resultados no son los que quieres, mira a ver…
Los beneficios, a nivel subconsciente, de tener unos kilos de más son casi siempre mayores que los beneficios de adelgazar y conseguir un peso saludable, si no, estaríamos tod@s delgad@s y no es así…de hecho, cada vez hay más personas con problemas de salud, por el exceso de peso y desde muy temprana edad. Algo no estamos haciendo bien, pero … seguimos y seguimos.
Ya hemos visto que subconscientemente, la comida es, en muchos casos, una barrera de protección o de cobijo de los “ataques” del exterior (época de estrés, una ruptura, desempleo, vidas vacías, aburrimiento…), es como un analgésico o anestesia que nos ayuda a taponar esas emociones negativas, es un simple instrumento para acallar nuestros malestares, al que acudimos para sentirnos mejor, o eso creemos, aunque luego nos sentimos peor.
Cuando nos planteamos adelgazar, hay que dejar de acudir a la comida como “falso solucionador de problemas y malestares”, hay que empezar a solucionar los problemas de una forma más adulta y responsable.
Por eso, tenemos que saber nuestro PARA QUÉ, nuestras razones… ¿para qué queremos adelgazar? ¿Para qué queremos tener una vida saludable? Y por otro lado saber cuál es el coste que vamos a pagar y preguntarnos si estamos dispuest@s.
Todo en esta vida, tiene un precio y un beneficio. El comer sano, dejar atrás viejos hábitos y creencias obsoletas, tiene un precio y unas consecuencias y el no hacerlo también. Ya sabemos que no existen las varitas mágicas.
Si queremos adelgazar y tener un peso saludable, hay que estar dispuest@s a pagar ese precio (empezar a hacer cosas y dejar de hacer otras).
Te gustaría adelgazar sin tener que “pagar precios” pero… no te engañes, es imposible. Y las dietas milagros…no sirven si queremos resultados duraderos a largo plazo. Hay que ir a la raíz de problema y ver qué pasa en tu interior, que no te deja bajar ese peso sobrante.
La clave está en estar dispuest@ a tanto a bucear en tu interior, como a pagar el peaje de realizar esos cambios. Sólo así, habrá esa transformación a nivel exterior y serán duraderos a largo plazo.
Y para ello, tienes que estar SÚPER MEGA MOTIVAD@, desearlo con mucha intensidad desde lo más profundo de ti y ponerte en acción para ponerte en marcha y ser perseverante hasta conseguir tu objetivo, a pesar de los obstáculos del camino.
Así que pregúntate:
¿Qué gano y qué pierdo si me comprometo con mi “viaje” del cambio?
¿Qué gano y pierdo si sigo cómo estoy actualmente?
Sorpesa y toma una decisión. ¡¡Tú ELIGES!!
Un abrazo al corazón
Fuente:
May Morón
Coach Nutricional y Emocional
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